Tener amigos en una ciudad como Bruselas no resulta difícil, sobretodo si una es consciente de que hay que frencuentar ciertos lugares, que siguen estando ahí pese al paso de los años.
En los más de cinco años que llevo viviendo en Bruselas, Plaza Luxemburgo, Lux para los amigos, es uno de los principales, y casi lo único que se ha mantenido constante en este devenir amical que se ha convertido en mi vida bruselense. He ido, voy y seguiré yendo, con mayor o menor frecuencia, a tomar algo después de trabajar los jueves o el viernes a empezar con ganas el finde. Invierno, verano, poco importa.
Lo singular de todo esto es que da igual con quien vayas, siempre vas. Las amistades en Bruselas podrían calificarse de circunstanciales; es verdad que muchas de las que se frecuentan no se verían en origen. Gente que en tu ciudad representaría justamente lo contrario de lo que tú crees que eres. Y mira tú, la UE hace que eso sea posible. Amén.
No quiero decir que se encuentren pocos buenos amigos; a fuerza de conocer gente a patadas, un buen puñado de gente que siempre está ahí, queda. Y con esos también vas a Lux, aunque pase el tiempo.
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