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samedi 27 mars 2010

De Ítaca o la vida...

Cuando empieces tu ida hacia Ítaca,

desea que el camino sea largo,

lleno de peripecias, lleno de conocimientos.

A los Lestrígones y a los Cíclopes,

al encolerizado Poseidón no temas,

tales cosas en tu camino nunca las encontrarás,

si tu mirada permanece alta, si una escogida

emoción a tu alma y a tu cuerpo les guía.

A los Lestrígones y a los Cíclopes,

al fiero Poseidón no los encontrarás,

si no los llevas dentro de tu alma,

si tu alma no los coloca delante de ti.

Desea que el camino sea largo.

Que muchas sean las mañanas estivales

en que con cuánta satisfacción, con qué alegría

entrarás en puertos por primera vez vistos.

Haz un alto en los mercados fenicios,

y adquiere hermosas cosas,

nácares y corales, ámbares y ébanos,

y sensuales perfumes de todas clases,

los más abundantes y sensuales perfumes que puedas.

Visita muchas ciudades egipcias,

aprende y aprende de los instruidos.

Siempre en tu mente ten a Itaca.

La llegada a allí es tu destino.

Pero no precipites el viaje en absoluto.

Es mejor que muchos años dure.

Y que, ya anciano, arribes a la isla,

rico con cuanto obtuviste en el camino,

sin esperar que riquezas te dé Itaca.

Itaca te dio el hermoso viaje.

Sin ella no hubieras emprendido el camino.

No puede darte nada más.

Aunque la encuentres pobre, Ítaca no te engañó.

Tan sabio como te has hecho, con tanta experiencia,

ahora ya habrás comprendido qué significan las Itacas.


* Hace unos días la lectura de parte de este poema me llegó dentro, de forma inesperada, provocando una cierta zozobra interior, pero resumiendo bien el momento y la situación en que se tiene que convertir la vida. Life is what happens when we are waiting for other things...

mercredi 10 mars 2010

Mujeres Plenas

NO ME ARREPIENTO DE NADA

Desde la mujer que soy, a veces me da por contemplar aquéllas que pude haber
sido; las mujeres primorosas,hacendosas, buenas esposas,dechado de virtudes, que
deseara mi madre.

No sé por qué la vida entera he pasado rebelándome contra ellas. Odio sus amenazas en mi cuerpo.

La culpa que sus vidas impecables, por extraño maleficio, me inspiran. Reniego de sus buenos oficios; de los llantos a escondidas del esposo, del pudor de su desnudez bajo la planchada y almidonada ropa interior.

Estas mujeres, sin embargo, me miran desde el interior de los espejos, levantan su dedo acusador y, a veces, cedo a sus miradas de reproche y quiero ganarme la aceptación universal, ser la "niña buena", la "mujer decente", la Gioconda irreprochable.

Sacarme diez en conducta con el partido, el estado, las amistades, mi familia, mis hijos y todos los demás seres que abundantes pueblan este mundo nuestro.

En esta contradicción inevitable entre lo que debió haber sido y lo que es, he librado numerosas batallas mortales, batallas a mordiscos de ellas contra mí -ellas habitando en mí queriendo ser yo misma - transgrediendo maternos mandamientos, desgarro dolorida y a trompicones a las mujeres internas que, desde la infancia, me retuercen los ojos porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños, porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable, que se enamora como alma en pena de causas justas, hombres hermosos, y palabras juguetonas.

Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada, e hice el amor
sobre escritorios -en horas de oficina- y rompí lazos inviolables y me atreví a
gozar el cuerpo sano y sinuoso con que los genes de todos mis ancestros me
dotaron.

No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones. No me arrepiento de
nada, como dijo la Edith Piaf.

Pero en los pozos oscuros en que me hundo, cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,siento las lágrimas pujando; veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo, blandiendo condenas contra mi felicidad.

Impertérritas niñas buenas me circundan y danzan sus canciones
infantiles contra mí, contra esta mujer hecha y derecha, plena. Esta mujer de pechos
en pecho y caderas anchas que, por mi madre y contra ella, me gusta ser.

-Gioconda Belli.